Soy el sol que no besó el piso, la que hoy saluda a tu sombra en la pared, la que descifra a cada instante como dibujar tu sonrisa de baja resolución, sé que el truco es no pensar la existencia del mañana y del ayer solo resta negarla, más quisiera lavar mis pensamientos y deseos en detergente doble acción y de esa forma tratar de no sentir el dolor que dejó tu huella digital de tu pulgar presionando mi sien.
Sólo esperaba que vendieras la entrada para acceder a tu mundo contiguo, ni siquiera el real y comenzar a patear la calle, afinar el salto a lo infinito, disolver el blanco y negro de los sueños, lamer nuestras miradas al despertar, llenar las pupilas de azul y verde, pero ahora el dolor es sordo y ciego, aunque a gritos se expresa, desearía no llenarme de ti, bajar el blackout en mis días cada vez mas rituales y rociarme de aromas kamikaze, estrellarme frente a una pared de girasoles, no quiero reglas, no quiero máscaras, no quiero reflotar verdades o mentiras, no con esta asquerosa calidad que no poseo y aprender de una vez por todas el susurro cada vez más fuerte del viejo Enri “el mejor maestro es nuestro último error”.
1 comentario:
si, el mejor maestro es el ultimo error.
Yo recuerdo una frase de un profesor
Equivocarse te brinda la maravillosa oportunidad de aprender.
jejeje yo debo de agregar que un metodo caro, pero que aun asi como metodo didactico es muy bueno!
Te sigo leyendo! Que bueno habernos encontrado!
Un enorme abrazo!
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