sábado, noviembre 29, 2008

NO A LA MEGAFUENTE TÉRMICA EN PENCO



La termoeléctrica a carbón en Penco es un atentado a la ciudad, a la salud y al bienestar de las personas, Muelles de Penco y el Municipio están armando este proyecto, éste último en su proyecto de Modificación del Plan Regulador que actualmente ha sido aprobado por la Conama, insisten que es necesario diversificar la actividad productiva de la comuna y aportar al aumento de mano de obra. El sector privado (muelles Penco) quiere incrementar sus ganancias y realizar estas inversiones a costa de que es sabido mundialmente que es altamente contaminante, peligrosa y nociva para la salud, si se construyen deben estar a lo menos 2 Kilometros alejadas del conglomerado urbano, producto de las altas concentraciones de gases contaminantes que no pueden ser abatidos por los filtros y me pregunto ¿que sucederá con las cenizas producidas por la quema de toneladas de carbón? ¿Qué harán con la ceniza que es abatida y luego retirada por los camiones?

Una posible inversión de este proyecto asciende los Us$2.000 millones de dólares y el municipio recibiría el 2% por conceptos de permisos municipales, ya vislumbro como se da la mano!!!!

Es claro que nuestro país está con déficit enérgetico, entonces el gobierno nos llena de termos de carbón por todo Chile, sólo porque éste es barato y son rápidas de construir, están condenando ciudades chicas y con puerto cerca: Tocopilla, Ventana, Punta Choros, La Higuera, Coronel y por desgracia ahora meten a nuestro querido Penco a la lista negra, en pocas palabras ¡¡¡¡nos cagaron!!!!

Hago un llamado al concejo Municipal que es el órgano que tiene todas las facultades legales para aprobar o rechazar las modificaciones al instrumento de planificación del plan regulador de la comuna y rechazar este proyecto y que no vengan los de Conama a presionar, porque es sabido que no es una entidad técnica sino política, con funcionarios que ejercen su cargo por favores políticos y los privados a la mierda con ellos!!! no podemos ajustarnos a sus "necesidades empresariales", porque vamos amigos este es un dueto juntos se llenan los bolsillos y aplastan a las ciudades con pocos recursos perjudicando su economía local, basada en la pesca y el insipiente turismo, deben realizar proyectos en base a energías amigables como eólica, solar, hidroléctricas de pasada o caída de agua y no las grandes represas que son tambien atentatorias con el medio ambiente.

Amigos debemos unirnos e informar a los vecinos de Penco del desastre que sufrirá nuestra comuna, el 6 de Diciembre asumirán los nuevos concejeros y el mismísimo alcalde que se repite nuevamente el plato, ojalá que los nuevos concejales nos sean unos vendidos como lo es Caceres, que está intimimante ligado con el sector privado por algo tiene un departamentito al frente del mar, y ojo!!! si aprueban la construcción de estas termoelectricas se revistirán de hollín por fuera y por dentro estos Condominios de elite que han construido y ¿quién querrá invertir en una zona que a futuro sera otra Chernobyl?.

No olvidemos que en Valdivia la comunidad se unió y clausuraron Celco, debemos hacer frente a la lucha, unirnos e impedir que se construya esta termoeléctrica, sólo el 36% de la comunidad votó por Caceres, por lo tanto el 64% debe salir a la calle, exigir información, el derecho a participar de los Concejos, NO DEJEMOS MORIR A PENCO.

miércoles, noviembre 26, 2008

EN SILENCIO...


La mañana me encontró con un poco de negro chorreando por mis mejillas, recostada contra un escritorio cansado, un nuevo día que atentaría contra mi paciencia y esperanza, una nueva oportunidad de llegar entera a una noche que esta vez no prometía nada, si quieren pasen por acá.

Escribo desde un día de silencio. Después de acumular notas, montañas y montañas de pequeños sucesos guardados en la memoria para reproducir en alguna ocasión y me rechinan los dientes y vislumbro heridas literales.

Ya no probamos suerte, te resignaste hace más tiempo, yo, en cambio (¿en cambio?)me aferro a la idea de un personaje, de una pseudoamistad, unilateral por supuesto, debe ser esta condición de idealista que llevo tatuada en el alma, un aventón de esperar lo muerto y lo prohíbido y lo que probablemente haya sido sin darme cuenta y no vuelva ya no vuelva a ser.

Y te observo y esa manía de imitar los vientos con la voz a contraluz y el cabello cubierto con canitas alegres me hace sonreir.

El olor a medio día pudriéndose en lo oscuro, ya ves, me arrinconé, para escapar de aquel final sin sentido, para tirar lejos la porfía del destino que parecía cernirse sobre mis ojos ojerosos. No sé si escapé. No lo hice, ¿lo notaste? El cuento infantil no terminó como siempre termina. El lobo no se comió la Caperucita y no había ninguna abuelita, mucho menos un cazador para rescatarla.

Más me queda la sensación de garganta estrangulada de lágrimas contenidas al extremo.
Y hoy. Hoy me siento anciana y solitaria, como una proyección de mis días siguientes y el olor a sinceridad me embriaga y no puedo escupir las mismas novedades de siempre, enmudeciendo a ratos, tejiendo los planes para la próxima semana, tengo estas arrugas invisibles de la memoria y una historia sin terminar aun me sigue.

miércoles, noviembre 12, 2008

SUSPENDIDA...


De los olores que el plan maestro diseñó existen los reales y los que son falsos...así sucede con las flores que llenan el mundo y una noche, así sucede con las personas, así sucede con todo...

Hoy amé, sola amé, lo falso, lo irreal que sólo fabriqué en mi mente y se plasmó en mi corazón, desbaratado y desgarrado, suspendida del péndulo oscilante y suspendida al filo de la decencia ¿decencia? se vuelve y mira... ¿qué mira? la nada...la distancia que vacila entre un tu y yo...no existe...no espero, ya nada vale...

Y la inteligencia sin amor...lo hace perverso, la diplomacia sin amor... lo hace hipócrita y la verdad sin amor... lo hace hiriente...

Silencio absoluto, el que calla otorga, disminuye el llanto sin lágrimas que rocen la piel, vertidas en este espacio que es mío e irreal como todo!

martes, noviembre 04, 2008

MUERTE


Sus ojos me recorren palmo a palmo. Se detienen en mis manos engarfiadas y tensas, las uñas largas se fijan en mis pechos marchitos, mi piel acartonada, mi pelo sin vida. Los veo pasar, uno tras otro. Se amontonan en el estrecho pasillo, las caras casi pegadas al vidrio. Sus miradas hieren mis piernas huesudas, rematadas por las medias flojas y los zapatos de charol polvorientos.

No saben de la oscuridad opresiva y asfixiante, tan lejos de la luz de los focos que iluminan sus miradas. No se imaginan siquiera los ruidos enloquecedores. Nuestras muecas de terror le hacen gracia, piensan que ellos si encontraron la paz, que descansaron, que si fueron obedientes no hay nada de que preocuparse.

Clementina Soto por la mañana sale de su casa, el vestido blanco hasta los pies, medias de seda, zapatos blancos, azahares en el pelo y en la cara una sonrisa forzada. A su derecha va don Augusto Soto, su padre.

Clementina Soto por la madrugada regresa a su casa, desnuda, tapada solo con una sabana blanca, sin zapatos, en el brazo izquierdo tiene los dedos incrustados del marido que la jalonea. en su cara un moretón ya se empieza a dibujar.

Clementina Soto sentada en la casa paterna finge no escuchar la pregunta que su padre le escupe furioso, luego de oir a su marido:

-¿Quién fué?

Ella calla sin despegar la vista de sus pies magullados por las piedras del camino. Ni modo de hablar, de contar lo del río, de las manos de Vicente en su cintura, ni modo de hablar de los besos bajo el árbol o de la humedad escurriendose por sus muslos.

Clementina Soto siente el primer contacto con el cinturón de su padre y piensa que se quiere morir. Al segundo golpe cree que falta poco y que lo va a lograr. Con cada golpe consigue detener su respiración, apagar su corazón un poco mas. Ya no siente la carne ensangrentada, ni la severa mirada de su marido recriminándola. Ya no la lastima la verguenza de don Augusto Soto.

Clementina Soto sale de su casa al medio día, el vestido negro hasta los pies, medias de seda, zapatos de charol, crisantemos en el pelo, en las manos un rosario. Siguiéndola con el entrecejo fruncido va su padre.

Doña Amelia de Soto, toda de negro arrastra los pies junto a él. Poco mas atrás va el marido con la honra recobrada.

Clementina Soto va acostada sintiendo el movimiento de los hombros que cargan su caja de madera, acomodada con cintas negras por fuera y satín blanco por dentro; la tapa de cristal.

Se detienen y siento que me bajan poco a poco. Llego al suelo y sigo bajando despacio mas y más abajo. Veo las caras asomadas en el rectangulo de tierra allá un poco mas arriba. Todos me miran compungidos y yo sigo bajando. Luego me detengo. Ya llegué al fondo.

Me vierten flores y tierra. Uno a uno mis deudos se despiden de mi. La tierra lentamente va tapando la luz y los sollozos de mi madre. Ahora todo en silencio y oscuridad, me da miedo y para distraerme trato de pensar en Vicente, solo en Vicente. Y pienso y pienso, pero pronto mis pensamientos se detienen, porque oigo que la caja cruje y tengo frío.

No se cuanto tiepo llevo aquí, si horas, meses o años. El miedo ya casi no me deja recordar nada, ni siquiera a Vicente. Y escucho como algo que trata de entrar; no sé lo que es, pero los sospecho y mi piel se eriza de terror. Son los gusanos: miles y miles que se arrastran sobre mi y me cubren con sus cuerpos blandos y gelatinosos y fríos, que se meten silenciosamente por los oídos, la boca y los ojos. Así empiezan a correr despacio casi sin que se sienta, alimentandose de mi cuerpo. Entonces logro moverme y trato con todas mis fuerzas de romper el cristal, fortalecido por el peso de la tierra que lo mantiene firme en su sitio. Y rasgo el satin, araño la madera y grito como nunca antes con mi cara endurecida y gélida de soledad.

Pero no son los gusanos los que vienen. Lo que trata de entrar son voces, cientos de voces de otros como yo que me rodean, y se quejan y gritan tal lo hago yo, de frío, miedo y olvido. Por las grietas de mi caja van entrando los lamentos asustando aun a los gusanos que torpes y ciegos huyen de aquí. Con las voces también entra la tierra salitrosa y se me pega en la piel como costra endurecida.

De pronto entra la luz. No tengo noción del espacio ni del tiempo. No me acuerdo. Hay muchos hombres que me miran con curiosidad, retiran lo que queda de la caja y cepillan el cuerpo con una brocha tratando de no romperlo. No puedo evitar que se caigan dos dientes, ellos cuentan los que quedan y apuntan el resultado en una libreta. Cuidadosamente, desprenden los jirones en que se ha convertido el vestido, dejando solo las medias y zapatos. Uno de los hombres se mete el rosario en el bolsillo cuando cree que nadie lo ve. Al fin terminan. Satisfechos amarran una etiqueta al dedo gordo del pie derecho, meten el cuerpo en otra caja que ahora tiene el cristal a la derecha.

Dentro de la vitrina, desde el fondo de mis pupilas blancas de cal, veo los focos que iluminan los pasillos y las caras casi pegadas al vidrio, de los visitantes que, por unos pocos pesos vienen a ver la muerte.

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