sábado, abril 21, 2007

SOLEDAD Y SILENCIO


No es lo mismo “estar solos a estar a solas”, probablemente, nunca en la vida nos dimos cuenta de que a pesar de estar acompañados o rodeados de una multitud estábamos solos; rara vez nos hemos tomado el tiempo de estar a solas con nosotros mismos, de ser nosotros mismos, de descubrir cómo es nuestro propio ritmo de vida, si se le deja en libertad, de enterarnos de lo que pensamos, lo que sentimos, de cómo nos movemos en un espacio interior y exterior que es enteramente nuestro.

Yo vivo la soledad positiva, es como una separación momentánea de todo para entrar a mis internos estanques de agua y quitarme, cada cierto tiempo, los sedimentos de lodo que deja la convivencia diaria con seres de ilusiones y actitudes muertas.

La clave que me permite diferenciar la soledad positiva de la negativa es, sencillamente, el amor; cuando una persona se queda dentro de sí misma y corta las ataduras hacia fuera para encender amores, no está sola, sino limpiando el alma; en cambio, la que se llena de sentimientos dolorosos recordados una y otra vez, siempre acaba destrozada por dentro y por fuera.Muchas veces dudamos si los retiros de los demás son fecundos o malsanos.

Una fórmula práctica que aplico y no me deja dudas sobre cuando se vive una soledad fecunda, sonora e iluminada y otra enfermiza, es la expresión que las personas muestran después de un fin de semana, cuando se quedan sin compañía, dentro de su casa. Es sencillo: el que sabe vivir su soledad durante el fin de semana, perdona las vivencias desagradables y revive ilusiones que se ahogaban en una mente llena de humo; en fin, se llena de amor limpio y sale del claustro con deseos de entregarse a la charla y al afecto vivo con los demás.En cambio, el que no sabe vivir su soledad y se retira por cuarenta y ocho horas, sale de su cuarto dando portazos, con la cara tensa y ceñuda; estuvo en su aislamiento rompiendo puentes, asesinando amigos y destrozando a la familia con el ácido del odio, o apuntando en la lista de traidores y culpables a todos los seres humanos, porque todos son responsables de su sufrimiento, menos él mismo. Y pareciera que al rumiar su estado dijera: “Yo no quiero estar solo, me doy miedo a mí mismo"

En la soledad sólo queda llenar nuestro estanque con lo mejor o con lo peor que llevamos dentro de nosotros mismos."

Sin embargo, en mi soledad yo, como el inmortal Lope de Vega, acuño el gusto de hablar conmigo misma de amores y de perdones repetidos:

“A mis soledades voy,de mis soledades vengo,porque para andar conmigo,me bastan mis pensamientos”

En alguna forma siento que la soledad es como un desierto en el que no es posible subsistir sin provisiones, y las únicas posibles para internarse en ella son el amor y la comprensión, porque si éstas fallan, acaba uno mordiéndose el alma y el corazón hasta despedazarse.

En la intimidad del alma es donde se renuevan las fuerzas de la vida, porque hay mucho de cierto en la frase de Las mil y una noches que dice:

“Querida soledad bendita,al que te cultiva enseñas la fuerza que no se desvía y el arte de no fiarse más que de sí mismo”.

Somos más que sólo máquinas. Los recuerdos son el lenguaje del corazón; no son repetibles porque nuestras vidas son únicas; nuestra individualidad es lo que les da valor y significado.

Sin embargo, en el acto de contar y escuchar recuerdos o historias descubrimos lo que nos hace semejantes, lo que nos conecta a todos, lo que nos ayuda a trascender la soledad que nos separa a los unos de los otros y a cada uno de sí mismo.

El sufrimiento, sea físico, emocional, espiritual o como ocurre con frecuencia, los tres al mismo tiempo, pueden ser un camino a la transformación. Todos tenemos dentro de nosotros acceso a una sabiduría mayor, aunque a veces sólo nos damos cuenta de ello cuando hablamos en voz alta.

Cuando nuestros corazones comienzan a abrirse podemos sentirlo,es como cuando se abre una cortina y permitimos que entre la luz del sol que ha estado pacientemente esperando a que le dejen entrar. O como cuando una flor tímidamente empieza a abrir sus pétalos y a sentir la experiencia de ese primer contacto con el medio ambiente.

En una ocasión, siendo estudiante de periodismo, hice una visita a una casa de reposo; allí encontré una dama que se veía feliz y le pedí que contara cuáles eran sus principales intereses para haberse ido a esa casa de reposo. Cuando dijo: “el silencio y la soledad”, invadió el ambiente, uno de aquellos silencios que se producen cuando la persona que pregunta se siente torpe y fuera de lugar.

Observarme día a día y prestar atención a como abordar la vida en esta nueva etapa, es mi sendero. Lo que importa no es lo que nos sucede sino lo que hacemos con lo que nos sucede.

Esto requiere estar siempre alerta para ver algo nuevo, para descubrir lo desconocido que ofrece la realidad, para pensar diferente y moverme fuera de los esquemas radicales en los que creo haber estado enredada por tanto tiempo y saltar sobre lo caduco, para mirar cara a cara la vida, tal como es para mí ahora.




jueves, abril 05, 2007

Tiziano Ferro

Es una canciòn poderosa, me potencia y a la vez me aniquila, tiene tanta razòn, a veces sòlo "tarde negras".

martes, abril 03, 2007

Enigma Invisible Love

Los segundos mejores exponentes de la música New Age, me declaro su más ferviente admiradora,poseo todos sus cds, cada vez que estoy en calma o acompañada, su música es infaltable.

lunes, abril 02, 2007

DULCE INVIERNO


Sentados sobre la arena de Merquiche, día nublado, un viento norte silbaba, el revoloteo de las gaviotas en busca de su alimento anunciando la lluvia, algas verdosas como sus ojos golpeando las rocas, rodeadas por olas amenazantes y furiosas, el escenario es perfecto, sino hubiera sido por la lluvia tibia y poderosa que recorrió nuestras mejillas, nos contemplamos, platicamos largas horas, recorrimos nuestras vidas, nuestras andanzas, nuestros sueños y realidades, sólo nos faltó comentar la fallida inmortalidad del cangrejo, poco a poco nos acercamos, nos besamos, al principio tentativamente, luego con curiosidad y pronto con la pasión acumulada en muchos años de distraer con encuentros banales la necesidad de un amor, corrimos por las doradas arenas hasta llegar casi en vilo a mi refugio veinteañero, descansamos sobre mi cama, poco a poco, suavemente, acaloradamente, desesperadamente, su aroma a hombre sano, un olor a limpio, sin rastro de fragancias artificiales, el caracol de sus orejas y el interior de los muslos donde la piel palpitaba al contacto, mientras el aire se nos iba tornando más denso, sentimos nuestros cuerpos estremecer, vibrar de placer, desnudos a la par, su sudor en mi cuerpo, sus manos poseyendo mi ser, ardorosa sensación de despegue, mi cuerpo se desvanece, se deja atrapar en esta prisión de amor furtivo, el sabor de sus labios húmedos, su lengua sana, su lengua que acaricia, dulce sensación, amarga tentación, recorres mi cuerpo pequeño, estudias cada centímetro de mi piel, en tanto ya dentro de mí como un brioso animal que necesita ser domado, una caliente urgencia se apodera de mi vientre y ondulando mis caderas, escapando gemidos, hasta no poder más, nuestros cuerpos fundidos, sobre él, convertida en una entusiasta amazona, inmovilizándome entre sus piernas.

La impaciencia o la fatiga me hacían torpe, culebreaba buscándolo, pero resbalaba en la humedad del placer y el sudor en invierno, compenetrados en un solo cuerpo, desfigurados nuestros rostros, con una mueca de satisfacción, felicidad y frenesí, éxtasis sublime… la risa era nuestra, me desplomo aplastándolo con el regalo de mis pechos.

El trastorno de mi cabello revuelto, bucles que son como espirales que suben y bajan, mi pecho palpitando a mil por hora, así abrazados, riéndonos, besándonos y murmurando tonterías. Finalmente nos dormimos ovillados en un enredo de piernas y brazos, descubriendo en los días siguientes, que ambos dormíamos para el mismo lado.

El tiene facciones delgadas y regulares, su cabello dorado, esparcido sobre su delicado cuello, cejas pobladas, nariz aguileña, sus ojos claros irresistibles, con una agradable expresión de melancolía, su contextura espigada, brazos largos dispuestos a acoger mil aventuras, fantasías, sus manos generosas, buscadoras de placer y gozo. Su mirada es taciturna, vaga, pensativa, su mente atiborrada de ideas, ficción, magia, creatividad, sueños no cumplidos.

Descubrimos que nos molesta de sobremanera levantarnos temprano, que si cocinamos lo hacemos por necesidad, porque si bien es cierto mis platillos resultaron casi quemados, la ensalada preparada por él no era su fuerte, dormíamos como lirones entregados a los brazos de Morfeo, el agua de la ducha era tibia, no era de su agrado, le gusta caliente con vapor invadiendo el cuarto de baño, nublando nuestros ojos, haciendo más difícil encontrar nuestros cuerpos bajo la lluvia vertiginosa del invierno.


Las caminatas resultaron agradables y cansadoras, aunque si lo hubiera llevado a escalar el Villarrica lo habría echo con gusto, es raro nunca me tomó de la mano, por temor, vergüenza, quizás quería que yo tomara la iniciativa, mi mirada no era capaz de traspasar aún mis deseos contenidos.
Vuelca en mi la esperanza abrasadora de retenerlo a mi lado, más no salió de mi boca ningún gesto manifiesto, sumida en un dejo de discordia, egoísmo, petulancia y desdén, miedo, cobardía, vaciaron mi corazón y alma., convirtiéndolo en un ser vacío y deprimido, pestañear, sollozar en penumbras, lagrimas translucidas, el amanecer inquieto, abrir los ojos para anunciar la despedida, abrir la boca para esbozar un te amo, la mirada perdida susurrando el adios, ese que nunca debió llegar.
Te alejas vacilante, llevando contigo mi corazón, mi amor desmedido, mi ternura melancólica, mis besos acariciando tus mejillas, los colores parecieron desvanecerse a medida que te alejabas y comencé a extrañarte aunque nunca nos hubiéramos conocido.

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